jueves, 19 de junio de 2014

"Arrástranos tras ti, corramos" Ct 1, 4



















En la historia de la espiritualidad podemos apreciar que ésta ha intentado desarrollarse fuera de la sexualidad. El asceta trataba de olvidar todo lo referente al tema. Hoy día, no parece aceptable una experiencia espiritual válida si no contiene, de alguna forma, la sexualidad. 


El asceta de hoy debería ser instruido incluso sobre la forma en que Cristo vivió su sexualidad. Sabemos que Jesús desarrollo una amistad con varias mujeres; que convirtió a Magdalena y a la samaritana; otras fueron curadas de enfermedades; algunas de ellas le habían seguido y presenciaron su pasión en la cruz. Sin temor a equivocarnos podemos decir que Jesús cautivó a las mujeres que le rodeaban y que éstas le admiraban con devoción: tuvo predilección por María, que permaneció en contemplación escuchando sus palabras; por Marta, que se afanó en agasajarlo con sus atenciones; tributó alabanzas a Magdalena, la cual, trató su cuerpo. Hoy día, muchos nos sentimos prendados por la persona de Jesús, cuánto más lo deberían estar los que le conocieron y le siguieron.

Algunas personas se han escandalizado al conocer el simbolismo erótico de los místicos; la visión de su sexualidad y su relación con Jesús. Algunas personas consideran que entre los místicos la terminología erótica es un simple lenguaje alegórico, puramente literario, ajeno por completo a la sexualidad; un lenguaje literario no experimentado en sentido psicológico. Yo respeto dicha opinión, pero no comulgo totalmente con dicho pensar. Los míticos hablan de sus experiencias personales y éstas no son fruto de la imaginación, en su relación con Jesús se manifiesta su sexualidad.

La sexualidad es una actitud personal comunicativa, y Jesús supo utilizarla para estrechar relaciones de amistad, para expresar su profunda afectividad y para dar testimonio de su intimidad de amor con el Padre. La virtud de su sexualidad fue palpada por sus contemporáneos que pudieron experimentar su humanidad. En los santos contemplamos una sexualidad integrada que florece y llega a la madurez. La misma Santa Teresa, que fue una persona muy afectiva en su trato con los demás, nos habla muchas veces de su manera de relacionarse con la Sacratísima Humanidad de Cristo y de la importancia de encontrar el rostro humano de Jesús y dejarnos seducir por Él.

Hoy día, la sexualidad, constituye un punto de suma importancia en la espiritualidad del cristiano desde esta perspectiva espiritual.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario