miércoles, 28 de mayo de 2014

El Amor: criterio fundamental

En la vida de los místicos el "amor" es el criterio fundamental para establecer la autenticidad de cualquier experiencia mística. A menudo resulta dificil establecer exactamente si una "experiencia mística" culmina en este amor. Además, en la valoración de las experiencias concretas, no siempre es necesario llegar a unas delimitaciones claras. Pero en su tendencia, la directriz de la experiencia mística hacia el amor tiene que ser clara para que pueda reconocerse en ella la mística de Dios. San Juan de la Cruz nos da en este sentido algunas indicaciones concretas. A menudo en el Cántico espiritual nos repite: "Porque, como ya he dicho, la visión de Dios es aquí amor". En las últimas estrofas de explicación del Cántico espiritual, san Juan intenta mostrarlo en la disociación entre el amor (que a pesar de ser gracia se contrapone al hombre) y la experiencia de iluminación (que se le da al hombre por Dios). En el amor el místico puede alcanzar el vértice del encuentro con Dios, mientras que en la "experiencia" de este vínculo con Dios sigue siendo un hombre mortal, todavía en peregrinación hacia Dios y por consiguiente incapaz de alcanzar el fin supremo:

"En la transformación del alma en ella  hay conformidad y visión beatífica de ambas partes, y por tanto no da pena de variedad en más o en menos, como hacía antes que el alma llegase a la capacidad de este perfecto amor... Lo cual acaece en el alma que en esta vida está transformada con perfección de amor, que, aunque hay conformidad, todavía padece alguna manera de pena y detrimento; lo uno, por la transformación beatífica, que siempre echa menos en el espíritu; lo otro, por el detrimento que padece el sentido flaco y corruptible con la fortaleza y alteza de tanto amor"
                          (Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 39. 14, en Vida y obras, o. c.)

El místico llegará a la cima, mientras que en la experiencia, y por tanto en la percepción de la cercanía de Dios, el hombre sigue estando en peregrinación durante su vida terrena.
 
(Tomado de Mística Cristiana de Josef Sudbrack)





 
 
 
 
 

sábado, 24 de mayo de 2014

La mística cristiana es don de Dios

Ciertamente el cristiano tiene necesidad de determinados tiempos de retiro en la soledad para recogerse y encontrar cerca de Dios, su camino. Pero, dado su carácter de criatura, y de criatura consciente de no estar seguro sino por la gracia, su modo de acercarse a Dios no se fundamenta en una técnica en el sentido estricto de la palabra. Esto iría en contra del espíritu de infancia exigido por el Evangelio. La auténtica mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de Dios, cuyo beneficiario se siente indigno. 
(STA. TERESA DE JESUS, Castillo Interior IV, 1, 2) 

Se debe distinguir entre los dones del Espíritu Santo y los carismas concedidos en modo totalmente libre por Dios. Los primeros son algo que todo
cristiano puede reavivar en sí mismo a través de una vida solícita de fe, de esperanza y de
caridad y, de esa manera, llegar a una cierta experiencia de Dios y de los contenidos de la
fe, por medio de una seria ascesis. En cuanto a los carismas, S. Pablo dice que existen
sobre todo en favor de la Iglesia, y de los otros miembros del Cuerpo místico de Cristo (I Cor 12, 7).

Los Mistícos, engolosinados de Dios


Los teólogos nos explican qué es la experiencia de los santos. Nos dicen que la Trinidad, al tocar el alma con su gracia, la eleva por encima de ella misma y la diviniza. La hace participar del amor con el que Dios se ama a sí mismo y del conocimiento con el que Él se conoce. El hombre espiritual está dotado de aptitudes nuevas, de sentidos nuevos, que lo connaturalizan con esa tiniebla divina, inaccesible al hombre carnal, y le permiten penetrar en ella. Estas nuevas aptitudes son las virtudes teologales, los dones del Espíritu Santo que capacitan al alma, ahora divinizada, para percibir las cosas divinas. Es lo que ni el ojo vio ni el oído oyó y que Dios ha revelado a quienes lo aman. Y ese testimonio de quienes han tocado así a Dios lleva en sí una evidencia tan asombrosa que es, incluso para quienes no lo han experimentado, una de las razones para creer en Dios.
 
El conocimiento místico es la toma de conciencia de la presencia de la Trinidad en el centro del alma a través del espejo de la gracia. Los grandes místicos nos describieron la atracción fuerte y suave con la cual la Trinidad recoge al alma en lo más íntimo de ella y permanece allí.
 
San Agustín, al emprender la búsqueda de Dios, lo buscó al principio a través del mundo visible. Luego, entró dentro de sí mismo y se derramó sobre su alma. "Allí, por encima de mi alma, está la Casa de Dios. Allí habita. Desde allí me mira, me gobierna, vela por mí, me atrae, me llama".
 
Y Santa Teresa: "Al introducir Dios el alma en su propia morada, que representa la cumbre de la vida espiritual, donde el alma está más en Dios que Dios en el alma, las Tres Personas de la Santa Trinidad se comunican a ella. Esta alma ve notoriamente que ellas están en lo interior de su alma, en lo muy muy interior; en una cosa muy honda que no sabe decir cómo es, porque no tiene letras, siente en sí esta divina compañía".

(Jean Daniélou, Dios y nosotros, Ed. Cristiandad, Madrid 2003, pp. 215-237)

La Mística Cristiana


Si hiciésemos una encuesta por la calle preguntando a la gente qué entiende por mística, nos encontraríamos con definiciones muy diversas. Pero incluso si se recurre a los estudios serios sobre el tema, las descripciones que se hacen sobre el fenómeno son también extraordinariamente variadas. Y es que, con esta palabra, hoy en día designamos hechos muy diferentes y, además, abordados desde perspectivas enormemente variadas, como son la filosofía, la teología, la historia, la lingüística, las ciencias del cerebro, la psicología o la psiquiatría. Y naturalmente, desde cada perspectiva, se capta sobre todo un aspecto y se llega a una descripción diferente. Si yo tuviese que ofrecer una descripción, desde la perspectiva que es más familiar para mí, la del estudio del fenómeno religioso, yo diría que la mística es fundamentalmente una experiencia peculiar del más allá del hombre, un más allá al que los cristianos llamamos Dios padre de Jesucristo, al que otras tradiciones dan otros nombres y al que personas no ligadas a ninguna orientación religiosa se contentan con definir como la trascendencia, el absoluto o el infinito.
(Juan Martín Velasco, sacerdote diocesano de Madrid, Doctor en Filosofía)
 

Mientras las religiones son el intento humano de alcanzar a Dios donde él está, la fe cristiana es la respuesta del hombre que Dios provoca graciosamente viniendo él mismo donde nosotros estamos. Toda mística que pretenda sacar al hombre del mundo donde el Hijo de Dios se ha hecho carne,
no es una mística Cristiana.
Este video realizado por el P. Eduardo Sanz de Miguel ocd, me parece muy completo sobre la vida y la obra de Santa Teresa de Jesús.